Como agua para chocolate sin etiquetado
Argentina lidera en América Latina la tasa más alta de exceso de peso en menores de cinco años con un 13,6%. A la vez, Unicef alerta que uno de cada dos niñas y niños accedió a un alimento poco saludable estimulado por la publicidad que entra por medios digitales. Mientras la Ley de Etiquetado Frontal, aguarda aparecer en el Boletín oficial, nos preguntamos si comer, es igual que alimentarse.
La Torta de Bodas
“Al cortar la torta, saborearla y embriagar cada papila gustativa, una gran melancolía trepó en la garganta de cada comensal. Ya era tarde. Las lágrimas de Tita habían penetrado en cada grano de azúcar. Se cocinaron a fuego lento. El hechizo encerrado en ese gran pastel logró su cometido. Recordar por medio del paladar el gran amor. Fue imposible no entrar en la pérdida del gran amor. Fueron muchas las lágrimas vertidas. La masa se contaminó de desamor”
Tita es uno de los personajes centrales de la bella película de los noventa, “Como agua para chocolate” en base al libro de la escritora mexicana Laura Esquivel y dirigida por Alfonso Arau. El hilo conductor que eligió la autora son doce recetas que enfáticamente narran un matriarcado represivo y un amor prohibido, entre Tita y Pedro por los inicios del siglo XX de la cultura mexicana. La magia de la cocina, su sensualidad, olores y sabores permite espiar, todo el tiempo, la tensión sexual. Libera y apodera. Endulza y agrieta. Cuida y expulsa. Nada de esto, por ahora la industria pudo imitarlo. Insinua lograrlo. Me resisto.
¿Es lo mismo comer que alimentarse? el que responde es el chef Donato De Santis a horas de sancionarse la Ley de Etiquetado, es contundente, “dejamos de producir para alimentarnos y quedó el lugar vacío para la industria. la industria lo tomó. La gente quiere higos todo el año, y la industria se lo da. La gente sale a morfar, no a comer. Ingerir cantidad de comida en exceso. Pero en realidad salen a socializar, es como salir de shopping. Alimentarse es otra cosa, es saciarse teniendo en cuenta qué le estoy poniendo a mi cuerpo”. Insiste con énfasis, por las dudas deletrea las palabras para darle contundencia. Y sentencia con amorosidad italiana mientras enciende mi cabeza con un plato de “gnudis”, “Comer es disfrutar alimentándose. No te puede enfermar lo que ingerís, y comer a ciegas no se debe”.
La sobrina nieta de Tita narra en tercera persona, en ocasiones, cuando la tensión sexual es elocuente. Recita el libro de recetas heredado, que se salvó del incendio del rancho “Lo malo de llorar cuando uno pica cebolla no es solo el hecho de llorar sino que uno empieza y ya no puede parar, pero es por que soy sensible como ella”. La identidad cultural se cierne en los alimentos y platos que habitan en ella. Cada plato es una historia familiar. Cada receta es impregnada por miles de segundos de momentos vividos, de deseos saciados y recuerdos que explotan al oler un plato. Sensaciones milagrosas se expanden cuando se destapa una olla bien oliente. Y repetir por generaciones recetas.
Codornices en pétalos de rosas
“Este es un placer de los dioses, susurró Pedro. Un extraño fenómeno de alquimia explotó en cada plato. No solo las gotas de sangre de Tita, sino todo su ser se había fundido en la salsa de rosas y penetró en el cuerpo de Pedro. Voluptuosa, aromática y completamente sensual. La comida pasó a ser el código de placer que la represión limitó” Aseguran que no pudieron encontrar ese sabor en ningún caldito mágico, por lo menos a la fecha que esta escriba sepa.
Construida desde la base de la OPS, nace la Ley de Etiquetado Frontal, mas conocida por los famosos ‘octógonos negros’. Muy resistida en la industria. Es un modelo de perfil de nutrientes que clasifica los productos alimenticios y bebidas que contienen exceso de de azúcares, sodio, grasas totales, grasas saturadas y grasas trans. Sin embargo algunos profesionales no están de acuerdo con los ‘octógonos negros’, plantean otro formato de señalización, ‘el etiquetado nutria Scor’ tal como indica el titular de CEPEA, el Licenciado en nutrición Sergio Britos, “es una banda de colores que va desde el verde más oscuro hasta el rojo para señalar cuáles son los alimentos más convenientes en función a su valor nutricional y cuáles son los menos convenientes. Tiene un sentido educativo. Cuáles son los alimentos que teniendo un color verde, por ejemplo, son más convenientes otros que teniendo un color amarillo se comunican y te dicen bueno, este es un intermedio, no es lo mejor, pero tampoco están tan inconvenientes.” Y a la vez encontró un punto en común con la Ley de EF, “no más del 15 por ciento de las calorías diarias de una dieta deberían provenir de este tipo de alimentos y el 85 por ciento restante provenir de alimentos de buena o de mejor calidad nutricional.”
Como agua para chocolate
“El agua hierve a una determinada temperatura para que el chocolate que hace Tita se derrita perfecto. Mantenga la humedad y la untuosidad para introducir un dedo, chuparlo lentamente y que la magia explote hasta llegar a entrecerrar los ojos y abrirlos con un suspiro infantil y eterno a la vez”
Nunca se puede extirpar la realidad mientras se debate o nace una política pública. Si por un instante tuviésemos la tibieza mental de mirar una plaza, tan siquiera un domingo, seguramente nos deberíamos interpelar como se alimentan las infancias en nuestro país? Un informe de Unicef asegura que en Argentina el 13,6% de los niños y niñas menores de 5 años tiene exceso de peso, y esa prevalencia crece hasta el 41,1% entre quienes tienen de 5 a 17 años y el 25% de la población presenta obesidad.
El Congreso estuvo picante a la hora de sesionar y debatir. Los rumores de lobby empresario de las grandes marcas de alimentos trepaban los celulares de productores y periodistas sin cesar. Leonardo Grosso, diputado Frente de Todos, analizó “en la Argentina se han instalado una enorme cantidad de productos ultraprocesados que tienen componentes críticos que le hacen mal a la población. Inclusive enfermedades vinculadas al cáncer. Hay países como Chile, México y Perú que han avanzado en este tipo de etiquetados.”
En este sentido el propio gobierno llamó a tener cuidado y la voz de prudencia devino de la misma Viceministra de Salud de la Nación, la Doctora Sandra Tirado,“Tampoco hay que demonizar los alimentos, esto solo se trata de educar. Hay que estar en equilibrio y tener dietas que sean más saludables en general. Tampoco es que no vamos a comer nunca más un pedazo de chocotorta.¨
Ella no tenía ni voz para hablar por teléfono, la plaza y sus gritos de felicidad se la llevaron de paseo por un rato, al escuchar que los ‘octógonos’ eran ley. Esas batallas colectivas que cada una desea dar. Es Narda Lepes, quien impulsó públicamente la ley de Etiquetado Frontal, y deja un mensaje en el celular, “en esta ganamos todos. Personalmente era algo que quería que pasara hace un montón. La ley abarca mucho más que el etiquetado. Las marcas no pueden hacer más acciones dentro de las escuelas, que lo hacían. Somos uno de los últimos países que implementa la ley dentro de la región, que nos permitió ver los antecedentes del resto de los países. Un ejemplo es México, hace diez años era uno de los países con más consumo per cápita de gaseosa, hoy somos nosotros. Ellos ya no porque ya tienen la ley”
Bonus track
La infancia llora, no era chocolate…
Amo el chocolate, aún conservo intacto ese amor. Pero un daga atavesó mi corazón. Acabo de enterarme que ‘Tita y Rhodesia¨ ( mi amor de la infancia) no están bañadas en chocolate, es aceite hidrogenado. Las abracé y las comí lentamente para que no se terminen en el recreo. Tan doliente como el amor prohibido entre Tita y Pedro. Me siento obligada a recluirme en mi chocotorta, remixada con vodka, y variados chocolates, en ocasiones, si la estación lo permite con frutillas maceradas. Sabores únicos, transmisibles, pero propios. Algunas cosas no se pueden comprar. El realismo mágico tampoco, tiene su ADN
Por Sara Di Tomaso