George Floyd también es criollo. Más de 30 abusos institucionales en “Cuarentena”
En Argentina marcharon al obelisco por George Floyd pero con tibieza por los más de 30 casos de violencia institucional autóctonos durante el aislamiento social decretado por el coronavirus el 20 de marzo según informó AI (Amnistía Internacional)
Solo quería amor.
Facundo Castro solo tenía 22 años. Salió de su casa en Pedro Luro, (provincia de Buenos Aires) el 30 de abril convencido de reconquistar su ex novia. Estaba en cuarentena pero el corazón fue su gran enemigo. La pasión no se lleva bien con la razón. Facundo solo quería llegar a la ciudad de Bahía Blanca para ver a su amor. Nunca llegó. Tres testigos, afirman que Castro fue subido a un vehículo policial. Su familia denunció los hechos ante la justicia federal bajo la carátula de desaparición forzada y solicitó que la Policía Bonaerense sea apartada de la investigación. Su mamá, Cristina Castro dijo que recibió un llamado de su hijo en el que le dijo que “nunca más lo iba a volver a ver”, tras ser detenido por la policía a la entrada de la localidad de Mayor Buratovich, por “violar la cuarentena”. Luego de cuatro (4) meses un pescador reportó la aparición de un cuerpo muy deteriorado en una zona pantanosa de difícil acceso en el límite de Villarino y Bahía Blanca. Aún el cuerpo está en pleno peritaje para saber si es Facundo o no. El lunes será recibida por el Presidente. Tarde. Tarde para todo.
Castro, solo quería amor. Solo convencer a su amor. La cuarentena y el abuso institucional le jugaron una mala pasada. Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina lo confirma, “Los casos de abuso policial se vinculan directamente o indirectamente con las medidas de control del aislamiento social, preventivo y obligatorio a raíz de la pandemia. Todos reproducen prácticas abusivas extendidas en las fuerzas de seguridad”, agrega.
George Floyd criollo
George Floyd murió el 25 de mayo bajo la rodilla blanca del policía Derek Chauvin, hasta robar su vida. Su última frase fue “No puedo respirar”, era tarde, el racismo ganó. El afrodescendiente de Minneapolis, Estados Unidos, fue la cara del mundo contra el racismo.
Ceferino Nadal (43) tucumano, murió por compresión del cuello que le produjo un infarto a manos de la policía a finales de julio en la localidad de Las Heras por el supuesto robo de una gorra en un bazar. Igual que Floyd, por asfixia. La misma estrategia de reducción del “reo”. Ambas autopsias confirmaron la misma causa. Solo un detalle, no menor, Derek Chauvin, policía responsable de la muerte del afrodescendiente Floyd fue detenido y acusado de homicidio en tercer grado. Sin embargo, en el caso de Nadal la policía intentó hacer pasar su muerte por un infarto pero los estudios preliminares determinaron lo contrario.
No solo fue Tucumán noticia por abuso policial, sino en gran parte del país la metodología policial se clonó y ganó una víctima en estos cinco meses de aislamiento social y obligatorio. AI (Amnistía Internacional) verificó hechos de uso excesivo de la fuerza en la Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Chubut, La Pampa, Mendoza, Santiago del Estero y Santa Cruz.
“Mano justa, no es mano dura”
La muerte de Ceferino Nadal en Tucumán, la desaparición de Facundo Astudillo Castro en Buenos Aires, el asesinato de Luis Espinoza, trabajador rural tucumano, desaparecido y encontrado un semana después muerto con un disparo que salió de un arma de la policía son la prueba en el orillo de un estilo de violencia institucional que se replica sobre todo en América y lejano a la frase de Carolina Piparo, “Mano justa, no es mano dura”
Ignacio Cano, español y experto en temas de violencia del Laboratorio de Análisis de la Violencia de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro explica el matrimonio seguridad y sociedad, “Las sociedades latinoamericanas en buena parte tienden a apoyar soluciones extralegales, en función de los altos niveles de violencia. Hay una legitimación social del abuso policial, una retórica de la guerra contra el crimen explica”. Amnistía Internacional suma una preocupación y observa una constante “La mayoría de los casos se produjeron en contextos de vulnerabilidad y/o pobreza”.
En la mayoría de actos donde hay abusos por parte de las fuerzas de seguridad, los que delinquen son simplemente apartados de sus funciones. Quedará ese manto de impunidad que a muchos desvela, pero nada más. Carolina Piparo, con suficiente dolor en su alma y a diez años de perder su hijo por la inseguridad, dice “Mano justa, no es mano dura”, credenciales suficientes para darle la razón.
Por Sara Di Tomaso