Chagas en Argentina: entre el olvido y la ciencia que resiste

En el Día Mundial del Chagas, la enfermedad sigue desatendida, rodeada de mitos y con barreras de diagnóstico. Desde el CONICET, investigadoras argentinas impulsan avances clave para detectarla y prevenirla. Sin apoyo estatal, todo podría frenarse.
➤ En Argentina, se estima que entre 1,5 y 2 millones de personas están infectadas.
➤ Científicas del CONICET desarrollan una vacuna nasal preventiva y biosensores portables.
Un siglo de invisibilización
La enfermedad de Chagas fue descubierta en 1909, pero en pleno 2025 continúa siendo una de las más desatendidas del continente. En Argentina, la invisibilidad es doble: por su carácter silencioso y por su fuerte vínculo con la pobreza estructural.
Se estima que entre 1,5 y 2 millones de personas están infectadas con Trypanosoma cruzi. Muchas no acceden al diagnóstico. Viven en zonas rurales, sin transporte ni infraestructura. Como ya mostró el informe de la UCA sobre pobreza estructural, la desigualdad define el acceso real a derechos básicos como la salud.
Diagnóstico: la ciencia que llega donde el sistema no llega
Desde el INIFTA (CONICET–UNLP), la Dra. Yamil Chain lidera una investigación sobre biosensores portables para el diagnóstico del Chagas. Su equipo desarrolla sensores accesibles, que permiten detectar la enfermedad fuera de los laboratorios centrales.
“Queremos que el diagnóstico se haga en el territorio, sin depender de grandes equipos ni traslados. El Chagas no espera”, sostiene Chain.
Los sensores, del tamaño de una SIM, ya se probaron en colaboración con centros como el Instituto Nacional de Parasitología Dr. Mario Fatala Chabén y el Hospital El Cruce. Trabajan con materiales accesibles y tecnologías que podrían usarse en operativos rurales o postas móviles.
Más sobre el desarrollo científico: INIFTA – CONICET
Una vacuna nasal desarrollada por científicas argentinas
Desde Rosario, la Dra. Ana Rosa Pérez (IDICER – CONICET) encabeza un equipo que trabaja en una vacuna nasal preventiva contra el Chagas. Lo hace en conjunto con el Laboratorio de Tecnología Inmunológica de la UNL, dirigido por Iván Marcipar.
Los resultados, publicados en la revista Vaccines, muestran que la vacuna reduce la inflamación cardíaca y las secuelas del parásito en su fase crónica. Es fácil de administrar y está pensada para llegar antes de que aparezcan daños irreversibles.
“La medicación actual es totalmente efectiva solo durante una pequeña ventana. Una vacuna preventiva cambia ese escenario”, explica Pérez.
En paralelo, la UNL también avanza con una vacuna terapéutica para tratar la fase crónica indeterminada. Más sobre el proyecto: CONICET Rosario – Vacuna nasal
Sin financiamiento, no hay ciencia transformadora
Tanto el desarrollo de la vacuna como los biosensores enfrentan el mismo obstáculo: la falta de financiamiento estatal. Las investigadoras trabajan con presupuestos congelados, convenios paralizados y sin certezas para el futuro inmediato.
La ciencia pública argentina —liderada por mujeres en este caso— ofrece soluciones concretas. Pero sin inversión sostenida, esos logros podrían quedar en un paper, sin llegar a quienes más los necesitan.