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Acerca de la Autora

Periodista, graduada de la Universidad Católica. Su experiencia en comunicación se describe en casi 30 años de trabajo. Programa radial y sitio propio desde el 2002. Voceria en gestión gubernamental y de impacto en la Agenda Pública. Asesora en Reputación y Derechos Humanos. Disfruta el mediatraining y la formación de líderes. Innovó en el mercado de la Sustentabilidad Empresaria al fundar la primera Consultora que desarrolló Reportes Sociales en formato QR. Produjo y lideró variadas Campañas de bien público. Trabajó como productora general en diferentes radios y en Grupo Artear. Comunicar es mas que hablar.

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Día del Niño en un País Banal

Día del Niño en un País Banal

En Argentina 1 Millón de niños se va a la cama sin comer, el 63% vive en la pobreza y el 16,9% en la indigencia. Surge una pregunta incómoda: ¿Estamos verdaderamente comprometidos con el bienestar de nuestros niños o seguimos distraídos por el escándalo mediático de turno?

LA GRAN ESTAFA MORAL

EL feminismo cruje y se cocina a la carta. Quien tenía el poder de ejercerlo fingió demencia. Parece que nadie “abrazó” a la victima. Ya no se cancela, se espera la justicia. Pasaron cosas. El elefante pintado de lila se rompió en mil pedazos en el bazar. Nadie lo quiere pegar. La gran estafa al mejor estilo Cositorto se desilacha. Nos trae recuerdos de la pandemia y con ella el miedo a la finitud que nos atravesaba, pero no todos lo sintieron. Algunos tenían pulserita vip, esa que te hace sentir inmortal e impune. Por aquellos tiempos todos nos convertimos en un barbijo caminando, bueno, no todos. Pasaron cuatros años, y hoy nos mutan a inodoros vivientes obligados a soportar los vómitos de una pareja presidencial. El país es la radiografía de una familia con adultos violentos, narcisistas y golpeadores que poco les importa si los pibes comen, se bañan o van a la escuela. Y en esto radica la mayor de las tragedias; el futuro.

La infancia es ese tiempo tan efimero que si no tenemos el registro de su escasez, como adultos, lo perdemos. Es el tiempo más corto que vivimos en nuestra vida. Es el capital social de un país, no verlo es una brutalidad.

Según el reciente informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), el 63% de los niños en Argentina vive en la pobreza, y el 16,9% en la indigencia. Estas cifras, que deberían generar una ola de indignación y acción, parecen no eclipsar ni un poco la agenda pública de los medios que pinta novela turca.

Mientras las plazas se llenan de regalos y así debe ser, un 56,3% de los niños, niñas y adolescentes en Argentina no reciben un alfajor. Son los pobres desde una perspectiva multidimensional. Esto significa que, los niños entre 0 y 8 años experimentan privaciones en áreas críticas como la alimentación, la salud, la vivienda y la educación.

A la vez, como una ironía del destino, mientras algunos tomaban cerveza en el despacho presidencial y se declamaban amor, un 32,2% de los niños sufre inseguridad alimentaria, una condición que no solo implica la falta de alimentos suficientes, sino también la incapacidad de acceder a una dieta nutritiva y equilibrada. Un poco mas que los Juegos de los Hambre, se llama Argentina, la banalidad del mal

Según UNICEF, al presentar en los últimos días la campaña UNICEF Argentina – El hambre no tiene final feliz, más de 10 millones de niños en Argentina han reducido su consumo de carne y lácteos debido a la falta de recursos. Esta situación es especialmente grave en hogares con acceso limitado a la educación, en familias monomarentales (un llamado al feminismo a la carta) y en barrios populares. Son hogares con mujeres jefas de hogar que carecen de todo tipo de protección social, económica y legal. Aquí parece que la conquista del feminismo no llegó. Solo será desde la igualdad de oportunidades, pero con equidad que la conquista será real y no de sofá.

DESIGUALDAD EN SALUD Y VIVIENDA

La agencia de la ONU para la infancia advierte que la pobreza y la falta de acceso a una nutrición adecuada afectan de manera irreparable el crecimiento, el rendimiento escolar y la salud a largo plazo de los niños. En su último informe, UNICEF destacó que más de 7 millones de niños en Argentina viven en situación de pobreza, una cifra que debería ser suficiente para movilizar a toda la sociedad. Después nos alertamos porque no entienden lo que leen.

La desigualdad en la infancia se dispara en salud y vivienda.  Así lo expresa el 55,8% de los menores que no tiene acceso a una obra social, mutual o prepaga, lo que los deja dependiendo exclusivamente del sistema de salud estatal, que está saturado y carece de recursos suficientes. Además, el 39,5% de los niños vive en condiciones de saneamiento inadecuadas, sin acceso a agua potable o instalaciones sanitarias básicas, lo que compromete gravemente su bienestar y salud.

UNICEF ha advertido que las condiciones de vida insalubres y el acceso limitado a servicios de salud no solo afectan el presente de estos niños, sino que también tienen consecuencias a largo plazo. La organización ha instado repetidamente a los gobiernos a priorizar la inversión en infraestructura sanitaria y en el acceso a la salud para garantizar que todos los niños puedan crecer en un entorno seguro y saludable. Ya se no lo viste. Las cartas de amor de los últimos días nos embriagaron el estómago.  

Los datos presentados por la UCA y UNICEF son un recordatorio de la urgencia de actuar y de la estafa moral que supone ignorar las necesidades de los más vulnerables. La pandemia nos trajo algo de moral, Ante la finitud se protege al más débil, pero de verdad. En este día del niño no todos festejan igual. Las diferencias hacen a la sociedad, pero lo profundamente desigual es inmoral, como la sordidez del privilegio.

Por Sara Di Tomaso

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