Europa prohíbe exportar desechos plásticos a países pobres
La Unión Europea (UE) ha adoptado una medida histórica para enfrentar la crisis de la contaminación plástica. A partir de enero de 2024, la UE prohíbe exportar desechos plásticos a países que no forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), salvo que cumplan con estrictos requisitos ambientales y sociales.
Esta decisión se basa en el Convenio de Basilea, un tratado internacional que regula el movimiento transfronterizo de desechos peligrosos. El convenio fue enmendado en 2019 para incluir los desechos plásticos como una categoría especial que requiere el consentimiento previo de los países importadores.
La activista ambiental Lauren Weir, de la Agencia de Investigación Ambiental, elogió la medida de la UE: «Esto muestra que la UE finalmente está empezando a asumir la responsabilidad de su papel en la emergencia global de contaminación plástica. Si bien esto mejora las obligaciones actuales, la evidencia de los daños y la necesidad de una prohibición total de residuos plásticos es clara».
¿Qué implica la prohibición?
La prohibición de exportar desechos plásticos a países no pertenecientes a la OCDE tiene importantes implicaciones para la sostenibilidad a nivel global. Por un lado, implica que la UE tendrá que gestionar sus propios desechos plásticos de manera más eficiente y responsable, reduciendo su consumo y fomentando el reciclaje.
Por otro lado, implica que la UE reconoce que no puede eludir su responsabilidad ambiental mediante la externalización de sus problemas. La prohibición busca evitar que los desechos plásticos terminen en países que no tienen la capacidad ni la infraestructura para manejarlos adecuadamente, lo que contribuye a la contaminación y al deterioro de la salud y el medio ambiente.
¿Qué sucederá con los desechos plásticos dentro de la UE?
La prohibición plantea el desafío de qué hacer con los desechos plásticos dentro de la UE. Según datos de 2018, la UE generó 61,8 millones de toneladas de desechos plásticos, de las cuales solo el 29,7% se reciclaron, el 42,5% se incineraron y el 27,8% se depositaron en vertederos.
Esto significa que la UE tendrá que fortalecer sus capacidades internas de gestión de residuos, promoviendo la reducción en el origen, el diseño ecológico, la economía circular y la innovación tecnológica. Además, tendrá que garantizar el cumplimiento de las normas ambientales y la transparencia en el seguimiento y la trazabilidad de los desechos plásticos.
¿Qué sucederá con los desechos plásticos fuera de la UE?
La prohibición también tiene posibles repercusiones económicas y geopolíticas. Por un lado, podría impulsar el envío de desechos plásticos a países de la OCDE, como Turquía, que ya es el mayor importador de desechos plásticos de la UE.
Esto supone un riesgo de que los desechos plásticos no sean tratados adecuadamente, lo que podría generar problemas ambientales y sociales. El investigador de microplásticos Sedat Gündoğdu, de la Universidad de Çukurova en Turquía, expresó su decepción por la falta de una prohibición total de envíos: «Sabemos por prácticas pasadas que las prohibiciones parciales y los controles de contenido ineficaces no evitan la circulación ilegal de desechos plásticos».
Por otro lado, la prohibición podría estimular la cooperación internacional para establecer un marco global para la gestión sostenible de los desechos plásticos. Esto implicaría el desarrollo de estándares comunes, el intercambio de buenas prácticas, el apoyo financiero y técnico a los países en desarrollo y la participación de todos los actores involucrados, desde los productores hasta los consumidores.
¿Qué perspectivas hay para el futuro?
La decisión de la UE de prohibir exportar desechos plásticos a países pobres es un paso importante para abordar la crisis de la contaminación plástica. Sin embargo, no es suficiente. Se requieren medidas adicionales para reducir la generación de desechos plásticos, mejorar el reciclaje, prevenir la contaminación y proteger la salud y el medio ambiente.
Esto implica un cambio de paradigma en la forma de producir, consumir y gestionar los recursos. También implica una mayor conciencia y responsabilidad de todos los sectores de la sociedad. Solo así se podrá lograr una gestión sostenible de los desechos plásticos y un futuro más verde para el planeta.