En Argentina, se estima que existen 19 millones de jugadores, que no significan que tengan adicción. El uso excesivo del celular, el mundial y la ansiedad aportó lo necesario para el crecimiento del mercado de apuestas en línea, que se proyecta que alcance USD 130 mil millones en los próximos cinco años. No existe en el país regulación federal, a diferencia de otros países. ¿Estamos prestando suficiente atención al impacto negativo que el juego en línea puede tener en los jóvenes?
El Mundial, en nuestra cultura albiceleste, es una convención social. Es un patrón que se repite cada cuatro años y se renueva con los agregados del mercado vigente. ¿Quién no *apostó* entre amigos y familiares, un vino, un asado (para las billeteras pudientes), una picada, helado, facturas, lo que sea, ante el penal de Montiel en el último segundo de la final del Mundo.
Al recordar la adrenalina que trepó cada torrente sanguíneo argento el mismísimo instante del 18 de diciembre, la ansiedad por ganar y la depresión por perder, es describir la sensación del *jugador*. Exactamente es el relato del ludópata aseguran los expertos. El pico orgásmico que dura el instante de ganar se conjuga con la angustiante meseta de volver a encontrar adrenalina.
Gonzalo Montiel al ejecutar el penal del campeonato: cruzado y certero Ian MacNicol – Getty Images Europe
LA PARADOJA
Según estadísticas de la Asociación de Loterías Estatales de Argentina (ALEA), el número de jugadores de apuestas en línea aumenta y los apostadores son cada vez más jóvenes. El organismo, confirma que el mercado de juegos de azar solo representa el 20% y el 80% restante incluye casinos y loterías. Lo preocupante, alerta la entidad es que, “el número de jugadores está creciendo rápidamente. Y a la vez pide observación sobre tipo del público. Y agrega, «si bien están dirigidas a mayores de 18 años y la mayoría de los sitios tienen advertencias sobre el juego responsable, es muy fácil para un menor de edad apostar sin mayores problemas” Problemático, más por el exagerado tiempo ante el celular que lleva el adolescente y la oferta en línea.
Y como detalle no menor sugiere que “Si el mercado sigue creciendo, la situación se agrava porque a los usuarios se les facilitan todos los medios de pago: tarjetas de débito y crédito, transferencias bancarias y Mercado Pago. Todos los canales están disponibles para estimular un momento de diversión que, con el tiempo, puede terminar mal”
Pero es el informe del “Global Online Glambing Markets-Previsiones de 2022 a 2027”, el que devela el gran negocio que tiene como garante una adicción, y reconfirma que, “el número de personas que participa está aumentando a un ritmo considerable”.
El mismo detalla que el mercado global de juegos de azar en línea tiene estimado alcanzar los USD 119,882.60 millones para 2027 de los USD 65,422.52 millones en 2021, con una tasa compuesta de crecimiento anual del 10.62%. Para resumir; en los próximos cinco años, se acercará a los 130 mil millones de dólares.
Si bien toda campaña publicitaria recomienda el clásico “Jugar con moderación”, la advertencia es tramposa, en la medida en que al mismo tiempo se estimula lo contrario. Hasta es paradojal. A modo de ejemplo la empresa Codere, operador de juegos de azar, estampó su logo en la camiseta del millonario, en el 2021 y permanecerá hasta el 2025. Y BetWarrior (apuestas deportivas en línea) auspicia a la Selección argentina.
Es más que evidente que el crecimiento del juego en línea es un fenómeno complejo con múltiples facetas e impactos en la sociedad. En este sentido es que urge que el Estado NO deje librado al mercado la autorregulación, que intervenga en modo federal y que priorice la salud de aquellas personas que terminan por desarrollar una ludopatía.
La *ludopatía* es una adicción invisible dice la Organización Mundial de la Salud, que levantó la mano en 1992 y la reconoció como enfermedad mental. Aunque no hay estadísticas oficiales al respecto, se estima que entre el 1% y el 3% de la población mundial es adicta al juego. De esta población, entre 5 y 20 millones viven en América Latina.
La Asociación de Psiquiatras asegura que existen señales de alarma que podrían identificar un semáforo rojo en una persona como “irritarse cuando no pueden jugar. Perder dinero e intentar recuperarlo. Pedir dinero prestado. Apostar cada vez más y buscar plata de cualquier manera para continuar apostando«
Por lo pronto más que paradojal es incoherente si hablamos de salud mental ver que las casas de apuestas son sponsors oficiales de los principales acontecimientos deportivos y muchos referentes internacionales promocionan esta actividad. El apostador, a diferencia del consumidor de drogas, por ejemplo, tiene una conciencia de la enfermedad muy distinta. Con lo cual es muy difícil que llegue a una consulta. Es casi como la relación con el cigarrillo, ó el alcohol. Casi como un cultura socialmente aceptada. Hasta hace poco tiempo las marcas de cigarrillos eran utilizadas hasta por los heroes o villanos.
Mientras cierro esta nota recuerdo la estrategia de la paradoja de Lao Tse, y sería bueno traerla a la memoria, «Si (el enemigo) es superior en fuerza, hay que evitarlo.
Por Sara Di Tomaso