¿Por qué la resiliencia es la nueva clave del negocio?

El término ESG está perdiendo fuerza entre los inversores, y en su lugar surge un nuevo concepto clave: resiliencia. Empresas y fondos de inversión están apostando a estrategias que no solo mitigan el cambio climático, sino que garantizan la supervivencia financiera en un mundo cada vez más inestable. La transición de ESG a resiliencia refleja esta evolución.
Dos ideas resumen:
- Grandes corporaciones y bancos como BNP Paribas y Standard Chartered están adoptando la resiliencia como enfoque clave en sus estrategias de inversión.
- La presión política y la incertidumbre climática han acelerado la transición de ESG hacia un modelo basado en la adaptación y la mitigación de riesgos ambientales. La transición de ESG a resiliencia se hace evidente.
Un cambio de paradigma en la inversión sostenible
El concepto de ESG (Environmental, Social, and Governance) ha dominado el mundo de la inversión responsable durante los últimos años. Sin embargo, un nuevo término comienza a ganar terreno: resiliencia. Este cambio responde a la necesidad de adaptación frente a los impactos cada vez más intensos del cambio climático y a la presión política que enfrentan los inversores.
«Resiliencia» es ahora el concepto central en las estrategias de inversión que buscan mitigar riesgos climáticos. Empresas como BNP Paribas, DP World y Standard Chartered han comenzado a integrar este término en sus estrategias y comunicación corporativa, lo que marca un cambio de ESG a resiliencia.
La resiliencia como estrategia de adaptación
La inversión en resiliencia no solo apunta a reducir la huella de carbono, sino a fortalecer las infraestructuras y procesos empresariales ante desastres climáticos. Marisa Drew, directora de sostenibilidad de Standard Chartered, explica que esta visión permite minimizar las pérdidas económicas derivadas de eventos climáticos extremos, como los incendios forestales en EE.UU. y los huracanes en el Caribe. El enfoque de ESG a resiliencia cobra relevancia aquí.
En este contexto, Standard Chartered ha firmado acuerdos para la adquisición de equipos solares de alta resistencia capaces de operar en condiciones climáticas adversas, mientras que DP World ha realizado estudios sobre los efectos del cambio climático en sus puertos y terminales, adaptando sus infraestructuras para mitigar riesgos.
De la sostenibilidad a la adaptabilidad
El cambio de ESG a resiliencia también responde a la creciente oposición política a las inversiones sostenibles. En Estados Unidos, la administración de Donald Trump ha criticado las iniciativas ambientales, generando incertidumbre en los mercados. Esto ha llevado a empresas como BlackRock y JPMorgan a retirarse de alianzas climáticas sin abandonar sus compromisos de sostenibilidad.
A pesar de los desafíos políticos, las inversiones en transición energética alcanzaron los 2 billones de dólares en 2024, según BloombergNEF. Este crecimiento refleja una transición de la inversión sustentable hacia un enfoque más pragmático, centrado en la adaptación y la protección contra riesgos climáticos. Este nuevo enfoque, de ESG a resiliencia, será fundamental para el futuro.
La resiliencia como ventaja competitiva
Los inversores de largo plazo, como los fondos de pensiones, consideran la resiliencia como un criterio clave para la protección de activos. Sylvain Santamarta, de Boston Consulting Group, destaca que la capacidad de una empresa para adaptarse a eventos extremos determinará su éxito futuro. Este cambio de ESG a resiliencia está siendo adoptado ampliamente.
«En un mundo de alta volatilidad, la resiliencia no es solo una estrategia de mitigación, sino una ventaja competitiva», explica Santamarta. Esta visión ha impulsado el desarrollo de marcos regulatorios que integran la resiliencia en los criterios de inversión y financiamiento.
Un futuro de inversión resiliente
El paso de ESG a resiliencia marca una evolución en la inversión sostenible. Este enfoque no solo busca reducir impactos ambientales, sino también garantizar la estabilidad económica ante desastres climáticos. Empresas e inversores que adopten esta estrategia estarán mejor posicionados para enfrentar un futuro incierto, asegurando tanto rentabilidad como sostenibilidad.