Cambio Climático I La DANA: qué es y cómo su impacto se intensifica en el Mediterráneo
La DANA, Depresión Aislada en Niveles Altos, se caracteriza por intensas lluvias y vientos huracanados que han devastado amplias zonas del Mediterráneo. La frecuencia e intensidad creciente de este fenómeno subraya la realidad del cambio climático en la región.
¿Qué es la DANA y por qué se llama así?
BBC
La DANA, siglas de Depresión Aislada en Niveles Altos, es un fenómeno meteorológico caracterizado por la presencia de una masa de aire frío en altitudes elevadas que se desprende de la corriente en chorro polar. Este aire frío queda aislado de la circulación general y entra en contacto con el aire cálido y húmedo en las capas inferiores, generando condiciones favorables para intensas lluvias y tormentas. En España y otras zonas del Mediterráneo, este fenómeno es común en otoño, cuando la temperatura del agua del mar está elevada y el contraste con el aire frío en altura es más marcado, favoreciendo lluvias torrenciales y vientos extremos.
El término DANA es específico de la región ibérica y otros países de habla hispana, pero fenómenos similares se conocen en otras regiones bajo nombres distintos. Por ejemplo, en Estados Unidos y en el Atlántico norte puede producirse una gota fría (cold drop), con características similares de fuertes precipitaciones y tormentas intensas. Sin embargo, la particularidad de la DANA en el Mediterráneo está en su capacidad de generar lluvias concentradas y extremas en un corto periodo, debido a las condiciones atmosféricas y marinas específicas de esta zona.
La DANA: un fenómeno acentuado por el cambio climático
La DANA es un fenómeno que, si bien es habitual en el Mediterráneo, ha cobrado una mayor relevancia en el contexto actual de cambio climático. Su impacto devastador y la frecuencia cada vez mayor de eventos similares ponen de manifiesto la necesidad urgente de que la región implemente medidas de adaptación y resiliencia. Frente a un clima cada vez más extremo, solo una planificación a largo plazo podrá mitigar los efectos de la DANA y proteger a las comunidades del Mediterráneo de futuros desastres.
“Fenómenos como la DANA son una evidencia clara del cambio climático en el Mediterráneo. Estamos viendo lluvias más intensas y un mayor número de eventos extremos que afectan la infraestructura y la vida cotidiana de las personas”, afirma Laura Jiménez, investigadora climática en la Universidad de Valencia.
Impacto en el Mediterráneo: ¿puede ocurrir en otros países?
La DANA es un fenómeno especialmente característico de la cuenca mediterránea, debido a la combinación de aire frío en altura y el aire cálido y húmedo en superficie, potenciados por el clima local. Sin embargo, regiones con condiciones atmosféricas y geográficas similares pueden experimentar fenómenos equivalentes. En América del Norte, por ejemplo, se producen tormentas intensas cuando el aire frío del Ártico se encuentra con el aire húmedo del Golfo de México, generando lluvias torrenciales y, en ocasiones, tornados.
El caso de la DANA, por su ubicación y frecuencia en el Mediterráneo, subraya la vulnerabilidad de esta región ante el cambio climático y expone cómo la elevación de temperaturas y la alteración de patrones meteorológicos aumentan el riesgo de eventos climáticos extremos en todo el mundo.
Consecuencias y desafíos en la región
Las consecuencias de la DANA son cada vez más devastadoras. Este año, el fenómeno ha dejado ciudades inundadas, miles de personas evacuadas, carreteras destrozadas y cultivos dañados. Las tormentas y lluvias intensas han puesto en jaque a varias provincias de España, afectando principalmente a la Comunidad Valenciana, Murcia y algunas zonas de Andalucía.
“La DANA es un fenómeno que en el contexto de cambio climático actúa como recordatorio de que nuestras ciudades e infraestructuras deben adaptarse a condiciones cada vez más extremas”, comenta Miguel Álvarez, experto en urbanismo y planificación ambiental.
Adaptarse al cambio climático: una prioridad inaplazable
A medida que el cambio climático avanza, los eventos extremos como la DANA serán cada vez más comunes. Los expertos destacan que es fundamental que la región adapte sus infraestructuras y desarrolle políticas de resiliencia, de manera que las ciudades puedan soportar estos eventos sin poner en riesgo la vida y el patrimonio de sus habitantes. Algunas de las medidas recomendadas incluyen mejorar los sistemas de drenaje urbano, reforzar las construcciones en zonas de riesgo y promover una planificación territorial que reduzca la vulnerabilidad de las comunidades.
Y, ante esta realidad, queda una pregunta ineludible: ¿Estamos preparados para un futuro de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos?