La salud bajo la lupa: Entre la ficción de Respira y la realidad argentina
Respira, la serie de éxito en Netflix, que se adelantó a la crisis sanitaria en Argentina: cierre de hospitales públicos, el colapso del sistema de salud público y el abandono de miles de pacientes. En Respira se intenta privatizar un hospital por costos, en nuestro país se empieza a oler. La lucha por mantener abiertos hospitales como el Garrahan y el Bonaparte nos recuerda que a veces la ficción no hace más que reflejar la realidad.
Entre la pantalla y la vida real
Las fronteras entre la ficción y la realidad son cada vez más porosas. En Respira, la serie que ha cautivado a la audiencia de Netflix, un hospital público en Valencia se tambalea bajo el peso de la privatización, para “optimizar los costos”. Los médicos luchan no solo por sus pacientes, sino por mantener sus principios frente a un sistema que los quiere mercantilizar. Pero, ¿es todo esto solo ficción? En Argentina, esa historia ya ha sido escrita. Jorge, un trabajador del Hospital Garrahan, no soportó la presión de un salario insuficiente y las condiciones de trabajo desbordantes. Aplastado por la imposibilidad de vivir dignamente, decidió terminar con su vida en medio de una huelga que clamaba por lo que debería ser básico: sueldos que al menos alcancen la canasta básica. La realidad, en este caso, no necesita guionistas para ser trágica.
El Garrahan: Entre paros y promesas vacías
El Hospital Garrahan, con sus cerca de mas de 4000 trabajadores y más de 350.000 consultas pediátricas anuales, es una columna vertebral de la salud pública argentina. Y, sin embargo, entró en una huelga por 48horas por reclamo salarial. En la serie Respira, la tensión se construye a través de la incertidumbre que genera la privatización. En el Garrahan, la incertidumbre no es una amenaza futura, sino una realidad cotidiana. Los salarios se han hundido a niveles desesperantes: 823.000 pesos para un médico especialista con 32 horas semanales, 767.000 para un enfermero. El bono de 500.000 pesos que el gobierno ofreció para calmar los ánimos solo sirvió para encender las protestas, y para Jorge, no fue suficiente.
El personal del Garrahan exige un salario mínimo de 1.500.000 pesos. Las autoridades del hospital han sido cambiadas como si eso pudiera maquillar una crisis profunda, pero lo cierto es que las soluciones no llegan. Mientras tanto, los quirófanos siguen funcionando, las consultas no paran y los médicos se ven obligados a realizar malabares para cubrir la demanda con lo poco que tienen.
Bonaparte: El hospital que padece “Optimización de costos”
Si la situación en el Garrahan es grave, la del Hospital Bonaparte es terminal. En los últimos diez meses, este centro especializado en salud mental ha atendido a más de 25.000 personas, muchas de ellas en situaciones de vulnerabilidad extrema, personas en situación de calle. Pero, en los pasillos de este hospital no hay lugar para la ficción romántica de Respira. Aquí no hay médicos luchando con miradas tensas. Aquí hay profesionales que se enfrentan a la peor noticia posible: el cierre inminente de un centro que, según el gobierno de Javier Milei, ya no es “rentable”.
En la realidad, los trabajadores del Bonaparte pelean por algo mucho más básico: evitar que sus pacientes, más de 600 con tratamientos activos, se queden sin atención de un día para otro. “Optimización de costos” es la palabra mágica que lo justifica todo, como si la salud mental pudiera cuantificarse en cifras.
Una ironía trágica
El guion de Respira parece diseñado para subrayar la ironía con brutalidad: la misma política que impulsa la privatización del hospital Joaquín Sorolla descubre que tiene cáncer. Y lo más irónico de todo es que el mejor oncólogo que puede tratarla trabaja en ese hospital público que ella está a punto de privatizar. En la realidad argentina, no son pocos los funcionarios que, tras desmantelar el sistema de salud pública, buscan luego atención en esos mismos hospitales que ayudaron a desfinanciar. El Bonaparte y el Garrahan son solo dos ejemplos de lo que sucede cuando los números se anteponen a las personas.
La realidad que supera a la ficción
Mientras en Respira el equipo médico se une para luchar contra la privatización, en Argentina, los trabajadores del Garrahan y del Bonaparte están librando su propia batalla. Pero aquí el final es incierto.
El desenlace de Respira puede ser pura ficción, pero en Argentina, la historia ya está escrita: hospitales cerrados, médicos sobrecargados y pacientes desamparados. La salud pública, que alguna vez fue el orgullo de este país, se está convirtiendo en un recuerdo. Y lo peor es que, a diferencia de las series de televisión, aquí no hay un guionista que pueda reescribir el guión.