Garchar y el oscurantismo sexual
En el mes de la salud sexual la palabra “Garchar” implosiona la campaña política. El día mundial del sexo oral es nota hasta en medios económicos. Y Claudia Piñeiro, una de las creadoras de la serie “El Reino”, es acusada por la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) de “crear en el imaginario popular la percepción” de que sus pastores “solo tienen ambiciones de poder o de dinero”, pero no se expresan sobre los bajos deseos sexuales del personaje central, Emilio. Un halo de oscurantismo sexual navega por los medios.
La marca del demonio.
“¿Sentir un amor incontenible es pecado? ¿Es un crimen desear a otro con tanta fuerza que el mundo desaparece, que lo único que importa es estar con él, acariciarlo, meterte dentro dentro de él?. Eso es lo que siento. Siento amor. El mundo me juzga según sus reglas y yo me someto a su juicio porque es el mundo que vivo. Lo acepto. El mundo NO está preparado para entender este tipo de amor. Este amor es un regalo que me entregó el Señor”, es Emilio Vázquez Pena el pastor de la serie “El Reino” caracterizado por Diego Peretti, minutos después de intentar ejercer, nuevamente, su deseo pedófilo en el Capítulo “La marca del demonio”.
Claudia Piñeiro, una de las autoras de El Reino, explica el motivo que llevó a guionar el concepto de “amor divino”. Es más, argumentó que es en parte la explicación que dan los pederastas, “El discurso del Pastor Emilio no es un discurso que solo tiene un Personaje. Si lees o escuchas testimonios de personas pedófilas muchas veces el discurso tiene que ver con que es un amor no comprendido en la sociedad. Nos parecía importante con Marcelo Piñeyro ( su pareja creativa) que era clave darle la oportunidad al personaje de ver que le pasa por su cabeza. Es una incomodidad para nosotros y lo es para el espectador”. Más que lograda la incomodidad. La Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) sacó un comunicado y fue directamente hacia Claudia Piñeiro por “usar el arte” para “crear en el imaginario popular la percepción” de que sus pastores “solo tienen ambiciones de poder o de dinero” pero no deslizaron observación alguna sobre la pedofilía que vive el pastor como designio divino.
Sin embargo, el arte no siempre ficciona, a veces es el medio para comprometerse con un dolor. Así lo hace. “En primera plana”, la película del año 2016, con seis nominaciones al Oscar, que describe sin melodrama las consecuencia de la pedofilia en la Iglesia católica que empieza en Boston y llega a la provincia de Santa Fe. La investigación real, que ganó el Pulitzer en 2003, pertenece a un equipo de “periodistas” del diario “The Boston Globe” que descubre una red de 90 sacerdotes católicos que abusa sistemáticamente de niños en la ciudad. Lo nodal es la rigurosidad del nuevo Director del Diario, que sigue un caso y no se intimida ante la presión de políticos, jueces, obispos y los propios dueños del medio.
Medioevo o Conciencia
El Medioevo, o el oscurantismo, representaba la sexualidad como algo pecaminoso, reprobable y peligroso; pero también, como lo más soñado, meditado y, secretamente, deseado. Siglos después. Siglos. Pero siglos después, la palabra “garchar” irrumpe en el escenario político y discurren litros de tinta, narrativas y oratorias exorcizando a la población. Un halo de oscurantismo sexual navega por los medios. En lugar de apropiarse del término “garchar” y usarlo para mayor conciencia y cuidado en las relaciones sexuales se unta con moralina y se agrieta en la hueca contienda electoral.
En Argentina, según UNICEF, se producen 10 partos por hora de adolescentes. El 70% de los embarazos en adolescentes no son intencionales: ocurrieron durante una relación sexual sin protección anticonceptiva o por imposición.
Los millennials y centennials son expulsados en estas elecciones, por candidatos “vintage” como sujetos de derecho. Susana Azzollini, Doctora de la Universidad de Buenos Aires, área Psicología e investigadora del Conicet aporta la respuesta “El problema de la sexualidad nos atraviesa a todos. Creo que muchas veces el discurso moralizante cayó a lo largo de la historia siempre en la mujer. La mujer madre, la mujer prostituta. Las nuevas generaciones empiezan a superar esa dicotomía, la mujer que ocupa un rol, no puede ocupar el otro.” Una amiga psicóloga agregaría: la moralina es un brea pegajosa en el verano y rigida en el invierno, poco conveniente para las personas. Así lo confirma el joven militante radical Thiago Leis, que denunció públicamente que le negaron un alquiler en Colegiales por estar en pareja con Emma Velasco, una mujer trans, “las personas trans tienen un montón de inconvenientes para poder alquilar, para poder vivir. Nosotros recibimos el apoyo del INADI y otras organizaciones, nosotros no queremos poner ninguna medida legal sino que haya visibilización para que se derriben los prejuicios con las personas trans. Eso los puede hacer empatizar a todos. Queremos derribar esta distancia que hay con todas las personas trans”.
La represión sexual transita toda la serie en “El Reino”, sintetiza la guionista “La represión transita toda la serie. Pero hay un pacto en el matrimonio entre el Pastor Emilio y la Pastora Elena. Hay mucha renuncia de ella. Hay un pacto de silencio entre ambos, no se dice, no se habla. Y ella a su manera lo quiere y lo tapa. Sabe que tiene mucho que perder”. Tal vez la Pastora estaba al tanto del crecimiento de las iglesias evangélicas y su poder económico en el país. Según la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, del Conicet, el número de personas católicas bajó del 76,5% al 62,9% entre 2008 y 2019. Entre ellas, el 74,3% dijo que no asiste nunca al culto, o va sólo en ocasiones especiales. A su vez, las personas que manifiestan no tener ningún tipo de religión aumentaron del 11,3% al 18,9%, y los evangélicos del 9% al 15,3%..
¿La política no es el deseo o la pasión de cambiar lo establecido.? Por lo tanto es como una prima hermana del sexo que es el peaje al bienestar integral. Entonces que la política nos permita salir del oscurantismo sexual que se aproxima la primavera.
Por Sara Di Tomaso