El planeta se quema
Gracias por el fuego
El hombre necesita para vivir agua, tierra, sol y fuego. El árbol también. Compartimos con el plátano el mismo ADN, en un 50 por ciento. Latimos igual, él más lento, pero “bombea” para llevar agua desde sus raices a sus hojas. ¿Podemos decir que somos hermanos de tierra? Ellos nos miran en forma colectiva y nosotros respondemos con egoísmo. El hombre no para de entregar dióxido de carbono (CO2) al mundo y ellos lo absorben y nos devuelven puro. El sur argentino y sus Araucarias a causa de la deforestación están en peligro de extinción, están hace millones de años en el planeta, son longevas, alcanzan mil años de vida. ¿No nos alcanza nada, no?
Tenemos muchas cosas en común con el árbol, menos la maldad. Los incendios arrasan los bosques en todos los continentes. En Argentina el 95 por ciento son intencionales. El 30 por ciento de la superficie terrestre mundial son bosques (menos de 4 000 millones de hectáreas) y 13 millones de hectáreas de bosques nativos del mundo desaparecen anualmente equivalente a una vez y media la ciudad de Buenos Aires por día, 300 km², una ganga.
Andrés Nápoli, especialista en Derecho Ambiental y director ejecutivo de Fundación Ambientes y Recursos Naturales (FARN), dejó en claro que “Se quemaron muchas mas hectáreas que las cifras oficiales. Estimo 800mil hectáreas. Tenemos 14 provincias, y algunas se están prendiendo fuego naturalmente. Estamos hablando de incendios en un contexto de cambio climático. El Estado debería ser más proactivo”.
Pulmón del mundo asfixiado
“Casi el 5 % se perdió en el amazonas el año pasado”, asegura Napoli con resignación. Brasil lidera el ranking mundial de perdida de bosque primario tropical y en 2019 fue el peor año en 13 años. A la vez Jorge Echegoyen, ingeniero forestal y miembro de una empresa forestal con huella de carbono positivo y 2,500.000 de hectareas de bosque de reserva natural determinó que “los incendios del Amazonas son sin duda un delito relacionado con la tala prohibida de la selva tropical. Son recurrentes y el último (2019) fue de mayor superficie, por la seca del Efecto Niña. En California y Australia los incendios son todos los años. Este fue mayor, por el mismo efecto”.
Continúo Echegoyen y coincidió en que “es correcto decir que hubo más incendios, sólo que el planeta se vio afectado por un “Efecto Niña” que produjo sequías mayores a las normales, en distintas regiones. No se puede descartar que los incendios son naturales, que recurrentemente se producen en las zonas que contienen las tres partes de la pirámide del fuego: MATERIAL COMBUSTIBLE – TEMPERATURA – OXÍGENO (VIENTO)”.
Al mirar las consecuencias que dejan los incendios es perverso no prevenirlas. Así lo analiza el ingeniero forestal “Sí, te producen una pérdida de todos los integrantes del ecosistema, incluidos los micro-organismos del suelo, que son los verdaderos actores de la fertilidad de un suelo”.
Sólo en la provincia de Córdoba se perdieron cerca de 300 mil hectáreas y fue en este sentido que el ingeniero ambiental pone como ejemplo la negligencia del hombre “En la zona de bosques hay mucho turismo y poca conciencia. Históricamente se produjeron incendios originados en campamentos y también en banquinas de rutas. Estos son por ignorancia y mala educación”. Y para terminar de entender una cultura dañina del hombre especifica, “En zonas de pastizales, y debido a la sequía, algunos lugareños prenden fuego al final del invierno para generar luz para el pasto nuevo. TERRIBLE daño sí se les escapa, como ocurrió éste año. Es una práctica que debería ser punible con cárcel”
Otra dimensión
¿Y cómo podemos contribuir aquellos que somos ciudadanos comunes? “Hay muchas maneras de contribuir con el medio ambiente. Lo importante es no ser un romántico por la naturaleza y generar hechos concretos” remata Echegoyen, y en paralelo analiza otra dimensión, “Cortar un árbol y hacer papel es un beneficio que le haces al planeta, porque cortas el árbol, lo transformas en papel y lo tenes en la biblioteca por 10 años, y si el libro es bueno lo tenes por 100 años, es dióxido de carbono guardado en tu casa. Es clave ese concepto. Ahora estoy parado al lado de un mueble que tiene por lo menos 60 o 70 años, eso es un dióxido de carbono que estaba en la atmósfera, un árbol lo captó y ahora está en mi casa como un mueble sin contaminar. Muebles, libros, todo lo que se produzca con madera que queda en la tierra como un bien, es un gran beneficio al planeta. Antes no se lo valoraba y ahora está teniendo dimensión”.
Ellos están ahí. No piden nada, ni riego. Solo están para darnos mejor calidad de vida. Celebremos la vida respetando su longeva estadía.
Por Sara Di Tomaso