¿Pizarrón mata zoom?
Educar a la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto, Aristóteles. Y debe ser así porque los niños, adolescentes y jóvenes extrañan el corazón que encierra el aula, que los miren sus maestros y que sus patios los contengan.
Decía Nelson Mandela que “la educación es el arma más poderosa que podes usar para cambiar el mundo.” ¿Tan poderosa como para enfrentar a la Pandemia? A finales de marzo fuimos parte del mundo y de los 1370 millones de alumnos que interrumpieron sus clases, casi el 80% de la población estudiantil, según UNESCO. Cada rincón del planeta cambió, sí. Pero la oportunidad de aprender hoy es rehén de la pandemia. No solo en la Argentina, sino en el mundo se reinventaron las formas de enseñar y la enseñanza a través de la virtualidad se instaló en cada hogar, en el que pudo acceder. Pero la escuela, ese gran ordenador social se la extraña y mucho.
Enseñanza en Pandemia
La foto de la educación en Argentina es trágica ( por donde la mires) y en Pandemia peor. El pizarrón fue reemplazado por el zoom, por un selecto grupo de hogares. Un informe de Unicef y el Ministerio de Educación lo explica mejor. Menos del 50% de los hogares argentinos cuentan con acceso fijo de Internet. El 30% no tiene acceso fijo a Internet. El 27% accede solo por celular y 3% no tiene internet de ningún tipo. El 53% NO cuenta con computadora “solo” para uso educativo. Los hogares que asisten a escuelas del sector privado duplican en servicios de conectividad al de los que asisten al sector estatal. El año pasado sólo el 43% de jóvenes de los hogares con menores ingresos finalizó el secundario, mientras que en los hogares con mayores ingresos fue el 91%.
Los saberes de los jovenes es tan tragico como la Pandemia y los resultados de la prueba Aprender 2019 que realizaron los alumnos del último año del secundario así lo confirma. Sólo el 28,6% alcanzó niveles de aprobación en Matemática, el 42,8% tuvo un nivel por debajo del básico, el 28,6 básico, el 26 satisfactorio y sólo el 2,6 avanzado.
Volver a empezar
Tras más de 200 días de aulas cerradas, niños y jóvenes retomaron, con tibieza, protocolo y en pequeños grupos su vuelta a la escuela
El especialista en esta materia, Gustavo Iaies, puso el foco en dos temas centrales. “Los chicos que tuvieron clase son un grupo y los que no, son otro grupo. Los que tuvieron clases no estuvieron lejos de lo que lograban, el golpe fuerte ahí es el golpe afectivo, en la relación con amigos, docentes”, remarcó. Pero la preocupación del experto en Políticas Educativas es la desigualdad tecnológica “en los pibes que no tuvieron nada, vamos a tener una pérdida enorme, la brecha se va a abrir mucho no solo por el aprendizaje, sino por la pérdida de la rutina. Hay que prepararse para un año que hay que recuperar muchísimo”.
Lamentó las diferencias entre ambos grupos y alertó que la sociedad tendrá que convivir con ello durante mucho tiempo. “Me parece que ya habría que tener un plan compensatorio educativo en los sectores que no tuvieron educación. Hay que reinstalar la idea del mérito, el esfuerzo, el incentivo a la mejora, porque el mensaje está siendo que pase lo que pase, no pasa nada”
Y siguió: “Hasta que los pibes no recuperen un clima social educativo no van a aprender nada, eso hay que recrearlo”. En este escenario, se refirió a uno de los grupos más afectados, los que terminan la secundaria. “Para los pibes era muy fuerte ir con el buzo de egresados, eso les cambiaba mucho la foto, era interesante que los reciban en las escuelas, que hubiera horarios que hubiera pautas, necesitamos recuperar a los pibes en esta vuelta, hay que acompañarlos pero tengo la sensación de que si están bien van a volver más rápido de lo que nosotros creemos”.
En tanto, Iaies remarcó cuán importante es el rol de los padres en el proceso de resocialización escolar y los docentes. “Los padres van a reconocer que esa docente que les parecía anticuada, aburrida, es un valor fundamental. Yo creo que se viene una gran revalorización de docentes”
A su turno, la Doctora en Educación, Silvana Gvirtz puntualizó en que “para empezar, hay que trabajar muy fuertemente en programas de inclusión tecnológica, sirven para este problema y van a servir para después. Con o sin presencialidad, necesitamos programas que garanticen dispositivos para los chicos de edad escolar y como tema clave que haya conectividad”. De tal modo, que remarcó que la discusión no debería ser “presencialidad sí, presencialidad no”.
Gvirtz sin embargo, señaló que “hay un nivel de incertidumbre que tenemos que aguantar que es difícil y que tiene que ver con el tema sanitario, hay que ir viendo cómo avanza la pandemia, si hay vacuna. Es minuto a minuto, si se pudiera y el virus lo permite y aparece el remedio, lo ideal sería que el ciclo empiece lo antes posible y con más horas de clase, pero ahora no hay perspectiva. No podemos pensar en la educación separada del tema sanitario”.
La educación no cambia al mundo ni a lo que estamos viviendo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.
Saquen una hoja, hay prueba!
Por Sara Di Tomaso