¿Aislamiento y olla, una buena alianza?
Polvos mágicos, educación alimentaria y ley de rotulado.
En horas nos obligaron habitar los hogares. El tiempo fue el aliado para descubrir cacerolas. Las recetas familiares jugaron en primera. La masa madre se convirtió en la estrella gourmet y la harina duraba poco en las góndolas. ¿Cambiaremos las costumbres de elegir alimentarnos en lugar de comer? No.
Así lo explica Soledad Barruti, periodista y autora de Malcomidos, entre otros “La tendencia es creer que sí, pero si se analiza los patrones de consumo de la sociedad, las personas están comiendo cada vez peor. Aumento de snacks, bebidas alcohólicas, azucaradas y productos instantáneos. Hay ausencia de políticas públicas tanto para el acceso a la información como el acceso a productos frescos, variados y seguros.”
La consultora Scentia enmarca, con datos, los gustos de la cuarentena del primer trimestre. El alcohol creció (350%), harinas blancas 84%, polvos para preparar helados, 87%, enlatados (verduras 46%), comidas congeladas 46%. Para cerrar, uno de nuestros emblemas, el dulce de leche 39%.
Pero no todo está perdido ante la cultura alimentaria Romina Pereiro nutricionista tiene cierta esperanza, “se ha visto un aumento de la comida casera” Hace horas batalló contra las trampas de los “polvos mágicos” que ofrecen personajes famosos para comer sin culpas (Satial Food que ronda los $2000 en una cadena de Farmacias) “Nada es mágico. Se trata de la salud, es un tema serio”. Al igual que Barruti sugiere educación alimentaria, “El tema de hoy es la malnutrición por exceso, el niño que está con sobrepeso, pero desnutrido, es el niño que está alimentado con harina y grasa, que es lo más barato: torta frita, mate cocido, le faltan vitaminas y minerales. Ayer fui al supermercado, el morrón está $400 el kilo, ¿cómo le decimos a una mamá que compre verduras? en este momento”
La escritora de Mal Comidos, fue por más, “En nuestro país falta una ley de rotulado. Ayudaría un montón a paliar la grave crisis de salud pública, que tiene que ver con un montón de enfermedades metabólicas alrededor de una generación que se está alimentando con productos de mala calidad.”
El Ministerio de Salud de la Nación avanza con la idea de implementar en el país un sistema gráfico de advertencias sobre los alimentos que contienen un alto nivel de sodio, azúcares y grasas, el conflicto radica en si las advertencias del rotulado son más grandes que el nombre del producto
Asado, dulce de leche y milangas
“No somos variados para comer. Somos uno de los países más básicos y con peor alimentación de toda América Latina, arremetió Barruti,y siguió, La gente cree que come carne, y en algunos casos son medallones con el agregado de soja. La carne más consumida es el pollo, que son industrializados y de pésima calidad”
Creemos que tenemos una dieta variada pero la gastronomía argentina se tropieza con la desnutrida billetera. Delata gran cantidad de harina de trigo, cada vez más azúcares, poco vegetales, menos carnes rojas, mucho pollo, y poca cultura de consumo de pescado.
El ejemplo de Pereiro es claro “La torta frita” cumple con las tres B, bueno (para las papilas gustativas), bonito y barato: harina, agua y a freír (en grasa o aceite).
Doble vara. Desperdicio y aumento de pobreza.
“En la Argentina se tira un kilo de comida por día por persona”. Un dato alarmante para una nación tan desigual. Manifestó Natalia Giraud, gerente de Asuntos Públicos y Comunicación Externa de Unilever, el mismo día que el índice de pobreza escaló 5,5% respecto al igual período del año anterior. Desde Unilever, en un trabajo conjunto con la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y el Ministerio de Agricultura de la Nación, advirtieron que “hay que buscar una solución sistémica e integral, desde la producción por ejemplo
Según la ONU, el desperdicio ocurre en todos los procesos de producción, cultivo, procesado, distribución y consumo. Es decir, tanto los agricultores, como las compañías, los restaurantes, así como los consumidores, tienen responsabilidad en la cantidad exorbitante de comida que se pierde. En este plano, Giraud insistió en la idea de la educación alimentaria a la que también añadió Pereiro. “No hay forma de cambiar un hábito si vos no sabes qué hacer. Con lo que tenés, cómo planificas, cómo te organizas… lo mismo en los comedores, acompañar el bolsón con educación. Es un tema que hay que llevar a la acción desde todas las patas de la sociedad, necesitas todas las patas en la misma mesa”.
Buen provecho!?